Angelito en la orilla

Angelito en la orilla
واميليا جون هو أكثر بكثير من الحب

El amor...es mágico cuando anida en tu interior....dejalo crecer....

El amor...es  mágico cuando anida en tu interior....dejalo crecer....
اميليا جون سيكون معا إلى الأبد

sábado, 3 de abril de 2010

" El ruego" Alfonsina Storni

Señor, Señor, hace ya tiempo, un día
soñé un amor como jamás pudiera
soñarlo nadie, algún amor que fuera
la vida toda, toda la poesía.


Y pasaba el invierno y no venía,
y pasaba también la primavera,
y el verano de nuevo persistía
y el otoño me hallaba con mi espera.


Señor, Señor, mi espalda está desnuda.
¡Haz restallar en mí con mano ruda
el látigo que sangra a los perversos!


Que está la tarde ya sobre mi vida,
y esta pasión ardiente y desmedida
la he perdido, Señor ¡haciendo versos!


Alfonsina Storni

jueves, 1 de abril de 2010

"Dos cuerpos". Octavio Paz

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.


Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.


Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.


Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.


Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.

" Tarde" Idea Vilariño

Cuerpos tendidos, cuerpos
infinitos, concretos, olvidados del frío
que los irá inundando, colmando poco a poco.


Cuerpos dorados, brazos, anudada tibieza
olvidando la sombra ahora estremecida,
detenida, expectante, pronta para emerger
que escuda la piel ciega.


Olvidados también los huesos blancos
que afirman que no es un sueño cada vida,
más fieles a la forma que la piel,
que la sangre, volubles, momentáneas.


Cuerpos tendidos, cuerpos
sometidos, felices, concretos,
infinitos...


Surgen niños alegres, húmedos y olorosos,
jóvenes victoriosos, de pie, como su instinto,
mujeres en el punto más alto de dulzura,
se tienden, se alzan, hablan,
habla su boca, esa un día disgregada,
se incorporan, se miran, con miradas de eternos.

miércoles, 31 de marzo de 2010

"El último viernes"....Juan Carlos Onetti: (Uruguayo, 1909 - 1994)

En cuanto lo hicieron pasar, Carner comprendió que aquel viernes iba a ser distinto. Creyó recordar tímidas premoniciones, trató de protegerse despidiéndose de la larga sala de espera que acababa de dejar, de la noche o el día eternos que imponían los tubos fluorescentes, de la humanidad pobre y silenciosa que se rozaba los hombros sin respaldo, conservando rígidos los cuerpos durante horas, temiendo que su abandono significara la renuncia a su esperanza.


Se despidió de tantas semejantes, confundibles tardes de viernes que había elegido para visitar a Miller o ya, desinteresadamente, para visitar la Jefatura , atravesar el saludo de policías de uniforme y perder la noción del tiempo entre los hombres y mujeres que llenaban la sala de espera, sin rostros, sustituibles, tal vez diferenciados en secreto por anécdotas de la desgracia.


Había elegido los viernes porque era su día franco en el diario y porque Hilda lo usaba para ir a la iglesia. Había olvidado la probabilidad de un gran empleo en provincias, y gastaba en paz los viernes oyendo fanfarronear a Miller, fumándole los cigarrillos, midiéndole la miseria, haciéndole feliz con su atención y aceptándole los billetes doblados que le ponía en la mano al despedirlo.


Comprendió que aquel viernes iba a ser distinto, y acaso el último, porque Miller modificó de manera absoluta la farsa de la recepción y también el papel que le había asignado. No lo esperaba sonriente en el medio de la habitación, pequeño, cordial, gordo, juvenil, alargando los brazos para tomarle una mano y palmearla mientras recitaba con lentitud su discurso de bienvenida y sorpresa, en el que las erres inevitables arrastraban su húmeda blandura. El Miller de aquella tarde estaba sentado detrás del escritorio, fingiendo leer y corregir, en mangas de camisa y sin corbata, sudando apenas en el primer calor de la primavera. “Me vas a decir que es inútil que siga viniendo, aunque hace tantos viernes que no hablamos del empleo ni pensamos en él. No va a cumplir con la cuota semanal, no me va a dar un solo peso, justamente hoy, la primera vez que hice planes contando los billetes colorados”. Carner armó una sonrisa tranquila, indiferente y estuvo esperando a que el otro lo mirara; dos pisos más abajo, en el patio embaldosado, sonaron las botas, culatas, órdenes, removiendo el aire tibio de la tarde que empezaba a declinar, asustando a los insectos que anidaban en las hojas muertas de la victoria regia.


-Sentate -dijo Miller sin alzar los ojos.


Con calculada violencia, Carner tiiró el sombrero sobre el escritorio y ocupó la silla de brazos. Alzó la tapa de la pesada caja de madera siempre llena de cigarrillos ingleses, tomó uno y la dejó abierta. Tironeó la cadenita del encendedor del escritorio y sopló el humo hacia delante, hacia la cabeza inclinada y redonda, de pelo rubio y escaso. Miller cerró la carpeta e introdujo de nuevo la lapicera en el tintero; miró la caja de cigarrillo abierta y eligió uno.


-Gracias -dijo con ironía y sin sonreír: Lo encendió con un fósforo, recostó la cabeza en el respaldo de cuero del sillón y chupó el cigarrillo, una vez, con los ojos cerrados, sin tragar el humo. Luego abrió los ojos y estuvo examinando la sonrisa de Carner, ya un poco ajada, desprovista de sentido visible.


- ¿Qué te pasa? -preguntó.


- Nada -dijo Carner-. Vos sabes que hace años que no me pasa nada, nada que importe de veras. Pero soy feliz por si vas a preguntarlo. Me cago en todas las cosas y en todas las cosas que se te puedan ocurrir. Prontuario de Carner, José, de treinta y un años de edad, casado o viudo, periodista.


Entonces Miller sonrió, pero era la sonrisa dulzona, retrospectiva y deliberadamente nostálgica de las tardes de los viernes. “Así debe sonreír cuando un pobre infeliz, sentado en esa silla, empieza a mentirle para salvarse. Así, con paciencia y seguro, agradecido -al Dios de las tribus en que debe seguir creyendo, y sino en él, a los del padre y del abuelo que le quedaron como rastros de barba- de estar en ese lado del escritorio y no en éste, y creyendo también que lo merece.”


-Apasionado y no del todo exacto -dijo Miller, y se inclinó para acercarle un cenicero-. Treinta y dos años. Y la profesión declarada parece no ser la única. No se trata de fulltime. Muchas veces hablamos de Hilda, de una mujer llamada Hilda.


- Sí. Muchas veces. Vive conmigo, vivo con ella, vivimos juntos. ¿Qué pasa con ella?


- Poco, nada extraordinario. Hasta llegaría a decirte que no pasa nada si no fuera tu mujer.


- Mi mujer -Carner rehízo su sonrisa, clara, insultante, pero no estaba dirigida a Miller-. Nunca tuve, conocí o toqué a una mujer que fuera mi mujer. Hay una pieza de pensión que pagamos a medias, dormimos juntos, suceden con frecuencia momentos que me autorizan a decir sin mentira que vivimos juntos. En uno de ellos pensaba cuando lo dije recién. Puedo contártelo. O tal vez me ordenes que te lo cuente, comisario.


Miller echó la cabeza hacia atrás y contempló al otro desde el respaldo, hizo con los labios una mueca dulce y misteriosa.


- Me impresiona haberlo sabido hoy -dijo-. Las coincidencias me llenan de sospecha. No traté de averiguarlo, vino sólo. ¿Hilda Montes? Libertad 954. El informe dice, sin originalidad, que ejerce la prostitución. Y al parecer el 954 no contiene más que prostitutas y cafishios. Tu casa.


Vivo ahí. En el F del segundo piso. Hasta te invité, creo, a que fueras una noche. No me importa lo que haga Hilda para ganar dinero. Es decir, no me importa en ningún plano moral. En el plano que cuenta, me interesa, la escucho y a veces le hago preguntas. Tampoco es por razones morales que pago la mitad del alquiler y como de mi dinero. Algunas noches, es cierto, y también por coincidencia en noches de viernes, salimos de paseo y ella paga todos los gastos. Si la quisiera, viviría sin escrúpulos del dinero de ella. Sólo un imbécil, y no lo sos de esa manera, podría creer que exploto a una puta habiéndome una vez mirado el traje, la camisa, los zapatos. Todo esto es ridículo y aburrido. A vos, pienso, debe bastarte con mirarme a la cara.


Miller tosió el humo y se puso a reír, nervioso, entornando los ojos, mostrando los blancos dientes de muchacho. Se puso de pie, rodeó la mesa y apoyó una mano en la espalda de Carner.


- Es la maldita coincidencia -dijo-. Bendita, si preferís. Ya veremos.


- Sí. Y la coincidencia de que sea éste el primer viernes que vengo a visitarte pensando en los veinte pesos habituales, con un destino concreto para ellos. -La presión de la mano fue sustituida por una palmada; Miller caminó lentamente y acomodó una nalga en la esquina del escritorio. Encendió otro cigarrillo y estuvo mirando con una novedosa curiosidad la cara flaca y oscura de Carner-. Esta coincidencia y la de que Lucía se esté muriendo. Con diez pesos iba a comprar un libro de posturas para mirarlo esta noche con Hilda. Los otros diez los iba a guardar, no por mucho tiempo, según me avisaron, para comprarle flores a Lucía. Esta es la coincidencia de hoy; no es plata el contraste del destino de los dos billetes de diez pesos que esperaba. Recién ahora pienso en eso y me resulta natural, gris, desprovisto de trascendencia.


Sonó un timbre en el escritorio y Miller dijo una palabra sucia.


- Esperá.


Fue a ponerse el saco y la corbata, salió por la puerta del fondo, de madera pesada y brillosa, rodeada por el panel trabajado y profundo.


Entonces Carner se apoyó en la mesa y pensó sin amor en el viernes, en el reiterado, escondite idéntico y cambiante viernes que acababa de terminar para siempre.








Juan Carlos Onetti: (Uruguayo, 1909 - 1994)

viernes, 12 de marzo de 2010

"LA NOCHE EN LA ISLA" Pablo Neruda.

Toda la noche he dormido contigo
junto al mar, en la isla.
Salvaje y dulce eras entre el placer y el sueño,
entre el fuego y el agua.


Tal vez muy tarde
nuestros sueños se unieron
en lo alto o en el fondo,
arriba como ramas que un mismo viento mueve,
abajo como rojas raíces que se tocan.


Tal vez tu sueño
se separó del mío
y por el mar oscuro
me buscaba como antes
cuando aún no existías,
cuando sin divisarte
navegué por tu lado,
y tus ojos buscaban
lo que ahora
-pan, vino, amor y cólera-
te doy a manos llenas
porque tú eres la copa
que esperaba los dones de mi vida.


He dormido contigo
toda la noche mientras
la oscura tierra gira
con vivos y con muertos,
y al despertar de pronto
en medio de la sombra
mi brazo rodeaba tu cintura.
Ni la noche, ni el sueño
pudieron separarnos.


He dormido contigo
y al despertar tu boca
salida de tu sueño
me dio el sabor de tierra,
de agua marina, de algas,
del fondo de tu vida,
y recibí tu beso
mojado por la aurora
como si me llegara
del mar que nos rodea.


Pablo Neruda.

lunes, 1 de marzo de 2010

La tarde,....Juana de Ibarbourou

He bebido del chorro cándido de la fuente.
Traigo los labios frescos y la cara mojada.
Mi boca hoy tiene toda la estupenda dulzura
de una rosa jugosa, nueva y recién cortada.


El cielo ostenta una limpidez de diamante.
Estoy ebria de tarde, de viento y primavera.
¿No sientes en mis trenzas olor a trigo ondeante?
¿No me hallas hoy flexible como una enredadera?


Elástica de gozo como un gamo he corrido
por todos los ceñudos senderos de la sierra.
Y el galgo cazador que es mI guía, rendido,
se ha acostado a mis pies, largo a largo, en la tierra.


¡Ah, qué inmensa fatiga me derriba en la grama
Y abate en tus rodillas mi cabeza morena,
mientras que de una iglesia campesina y lejana
nos llega un lento y grave llamado de novena!!!!


Juana de Ibarbourou

sábado, 13 de febrero de 2010

"Gacela del amor desesperado" Federico García Lorca.

La noche no quiere venir
para que tú no vengas
ni yo pueda ir.


Pero yo iré
aunque un sol de alacranes me coma la sien.
Pero tú vendrás
con la lengua quemada por la lluvia de sal.


El día no quiere venir
para que tú no vengas
ni yo pueda ir.


Pero yo iré
entregando a los sapos mi mordido clavel.
Pero tú vendrás
por las turbias cloacas de la oscuridad.


Ni la noche ni el día quieren venir
para que por ti muera
y tú mueras por mí.

martes, 9 de febrero de 2010

" Dolor" Alfonsina Storni

Quisiera esta tarde divina de octubre
Pasear por la orilla lejana del mar;


Oue la arena de oro, y las aguas verdes,
Y los cielos puros me vieran pasar.


Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
Como una romana, para concordar


Con las grandes olas, y las rocas muertas
Y las anchas playas que ciñen el mar.


Con el paso lento, y los ojos fríos
Y la boca muda, dejarme llevar;


Ver cómo se rompen las olas azules
Contra los granitos y no parpadear


Ver cómo las aves rapaces se comen
Los peces pequeños y no despertar;


Pensar que pudieran las frágiles barcas
Hundirse en las aguas y no suspirar;


Ver que se adelanta, la garganta al aire,
El hombre más bello; no desear amar...


Perder la mirada, distraídamente,
Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;


Y, figura erguida, entre cielo y playa,
Sentirme el olvido perenne del mar.

Alfonsina Storni.

" Tú me quieres blanca" Alfonsina Stroni

Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada


Ni un rayo de luna
Filtrado me haya.
Ni una margarita
Se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
Tú me quieres blanca,
Tú me quieres alba.


Tú que hubiste todas
Las copas a mano,
De frutos y mieles
Los labios morados.
Tú que en el banquete
Cubierto de pámpanos
Dejaste las carnes
Festejando a Baco.
Tú que en los jardines
Negros del Engaño
Vestido de rojo
Corriste al Estrago.


Tú que el esqueleto
Conservas intacto
No sé todavía
Por cuáles milagros,
Me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
Me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡Me pretendes alba!


Huye hacia los bosques,
Vete a la montaña;
Límpiate la boca;
Vive en las cabañas;
Toca con las manos
La tierra mojada;
Alimenta el cuerpo
Con raíz amarga;
Bebe de las rocas;
Duerme sobre escarcha;
Renueva tejidos
Con salitre y agua;
Habla con los pájaros
Y lévate al alba.
Y cuando las carnes
Te sean tornadas,
Y cuando hayas puesto
En ellas el alma
Que por las alcobas
Se quedó enredada,
Entonces, buen hombre,
Preténdeme blanca,
Preténdeme nívea,
Preténdeme casta.


Alfonsina Storni

domingo, 7 de febrero de 2010

" La promesa" Juana de Ibarbourou

¡Todo el oro del mundo parecía
diluido en la tarde luminosa!
Apenas un crepúsculo de rosa
la copa de los árboles teñía.

Un imprevisto amor, mi mano unía
a tu mano, morena y temblorosa.
¡Éramos Booz y Ruth ante la hermosa
era que circundaba la alquería!

-¿Me amarás?- murmuraste. Lenta y grave
vibró en mis labios la promesa suave
de la dulce, la amable moabita.

Y fue como un ¡amén! en ese instante
el toque de oración que alzó vibrante
la rítmica campana de la ermita.

Juana de Ibarbourou

martes, 2 de febrero de 2010

" Me gustas cuando callas". Pablo Neruda

Me Gustas Cuando Callas Porque estas como ausente
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.


Como todas las cosas estan llenas de mi alma
surge de las cosas llenas del alma mia.
Mariposa de ensueño, te pareces a mi alma
y te pareces a la palabra melancolía.


Me gustas cuando callas, y como estas distante
y estas como quejandote, mariposa en arrullo
Y me oyes desde lejos y mi voz no te alcanza:
Dejame que me calle en el silencio tuyo.


Dejame que te hable tambien con tu silencio
Claro como una lampara, simple como un anillo.
Eres como la noche callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.


Me Gustas Cuando Callas Porque estas como ausente,
distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, de que no es cierto mar.


Pablo Neruda

" El primer beso" Amado Nervo

Yo ya me despedia... y palpitante
cerca mi labio de tus labios rojos
"Hasta manana" susurraste,
y te mire a los ojos un instante
y tu cerraste sin pensar los ojos
y te di el primer beso: alce la frente
iluminado por mi dicha cierta.
Sali a la calle alborozadamente
mientras tu te asomabas a la puerta
mirandome encendida y sonriente.




Volvi la cara en dulce arrobamiento,
y sin dejarte de mirar siquiera,
salte a un tranvia en raudo movimiento;
y me quede mirandote un momento
y sonriendo con el alma entera,
y aun mas te sonrei... Y en el tranvia
a un ansioso, zarcastico y curioso,
que nos miro a los dos con ironia;
le dije poniendome dichoso:


"Perdoneme, Señor esta alegria."


Amado Nervo

" Dejame sueltas las manos" Pablo Neruda

Dejame sueltas las manos
y el corazon, libre Dejame!
Deja que mis dedos corran
Por el camino de tu cuerpo.
La pasión, Sangre, fuego, besos
me Fuego un Llamaradas tremulas.
Ay, tu no sabes lo que es esto!


Es la tempestad de mis sentidos
doblegando la selva sensible
de mis nervios.
Es la carne que grita con
sus ardientes lenguas!
Es el incendio!
Y estas aqui mujer, como
un madero intacto
ahora que vuela toda mi
vida hecha cenizas
hacia tu cuerpo lleno,
Como la noche de asiros!




Dejame de Las Manos libres
y el corazon, libre Dejame!
Yo solo te deseo, te deseo yo solo!
No es amor, es que deseo
se agota y se extingue,
es Precipitacion de FURIAS,
Acercamiento de lo Imposible,
pero estas tu,
ESTAS PARA darmelo todo,
Y a Tienes que darme lo
a la tierra viniste
como yo para contenerte,
y desearte,
y recibirte!


Pablo Neruda

"Muere lentamente" Pablo Neruda.

Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce.


Muere lentamente quien evita una pasión, quien prefiere el negro sobre blanco y los puntos sobre las "íes" a un remolino de emociones, justamente las que rescatan el brillo de los ojos, sonrisas de los bostezos, corazones a los tropiezos y sentimientos.


Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos.


Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo.


Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar.


Muere lentamente, quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante.


Muere lentamente, quien abandona un proyecto antes de iniciarlo, no preguntando de un asunto que desconoce o no respondiendo cuando le indagan sobre algo que sabe.


Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar.


Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos una espléndida felicidad.


Pablo Neruda



sábado, 30 de enero de 2010

"La enredadera,".........JUANA DE IBARBOROU

Por el molino del Huerto
asciende una enredadera.


El esqueleto de hierro
Va a Tener un chal de seda
ahora verde, azul más tarde
Cuando llegue el mes de Enero


Y se abran las campanillas
Como puñados de cielo.

Alma mía: ¡Quién Pudiera
Vestirte de enredadera.


JUANA DE IBARBOROU

martes, 26 de enero de 2010

Tres de Virginia Grütter: (Costa Rica, 1929 - 2000)

Maldición


Te condeno
uno que sigas oyendo mi canto de campana
en el mar, el agua, en el viento.
Te condeno
A que sigas mirando mis ojos doloridos
en el sueño, en la luz, en el fuego.
Te condeno
uno que escuches mi voz grave, amorosa,
en las hojas, en los Ríos, en El Eco
Te condeno
A que lleves mi recuerdo en la vida,
en la piel, en el alma, en el pecho.




La ventana


Tenías dos pechos igual que yo
Y el pelo negro, igual que yo
Y la boca pintada como yo la quería
Y usabas falda igual que yo
Y llevabas sandalias como yo
Y te arrastraban dos Policías
Y dabas gritos en mitad de la calle
Y llevabas de rastras Las Sandalias
Y te sangraban los pies
Y desde adentro me llamó mi abuela
Y vino
Y Cerro La Ventana
Y me arrastró del pelo
Hasta lo más oscuro de la sala


Payaserías

La mariposa pasó volando
El payaso extendió la mano
La Mariposa Siguió volando
El payaso se quedó llorando.
La mariposa vino de nuevo
El payaso saco un anzuelo
La mariposa siguió su vuelo
El payaso se vino al suelo.
El payaso le tiende un sombrero
La mariposa se va hacia el cielo
El payaso le tiende un pañuelo
La mariposa no baja al suelo.
Pasó una niña con una roja
Movía muy ligera los pies
El payaso inmóvil la Ve
La niña salta y echa a correr.
Tras la mariposa la niña va
El payaso no la quiere mirar
El payaso tiene un pedestal
Su número tiene que realizar.
Está prisionero de sus pies
El No Puede correr ni saltar
Desde allí llora, llora y ve
Nada, nada, Puede hacer nada.


Virginia Grütter: (Costa Rica, 1929 - 2000)





sábado, 9 de enero de 2010

"Montevideo" de Jorge Luis Borges

Resbalo por tu tarde como el cansancio por la piedad de un declive.


La noche nueva es como un ala sobre tus azoteas.


Eres el Buenos Aires que tuvimos, el que en los años se alejó quietamente.


Eres nuestra y fiestera, como la estrella que Duplican las aguas.


Puerta Falsa en el tiempo, tus calles miran al pasado más leve.


Claror de donde la mañana nos llega, sobre las dulces aguas turbias.


Antes de iluminar mi celosía tu bajo sol bienaventura tus quintas.


Ciudad que se oye como un verso.


Calles con luz de patio.



Jorge Luis Borges